Ana B.Mendoza
Ana B.Mendoza

Cuento De Cuarentena

El comienzo


Día uno de confinamiento

Ya hacía días que se avisaba de que podía pasar, así que Consuelo ha sido previsora y tiene la nevera y la despensa llenos para,como mínimo,una semana.

Sabe que va a ser largo y muy duro, vive sola y sin salidas ni visitas sólo le queda la radio y la televisión.

No es muy amiga de la tecnología, así que su única manera de comunicarse de ahora en adelante van a ser llamadas telefónicas.

Se ha levantado temprano como siempre y ya ha desayunado. En la televisión hablan sobre el virus e informan sobre la nueva situación en la que nos encontramos. Se sienta en el sofá a escuchar, al menos hay que tratar de manterse al día.

Su vecino Juan no tiene la misma suerte. Con lo poco que cobra de pensión vive al día. Sus hijos además viven lejos y hace mucho que ni siquiera habla por teléfono con ellos. 

Su única previsión fue una mascarilla que por suerte consiguió antes de que se agotaran, aunque era algo cara sabía que antes o después la iba a necesitar.

Se ha levantado, ha desayunado y se ha ido a hacer la compra para hoy, sin poder ir al huerto a recoger sus verduras tiene que dosificar los gastos mientras dure la cuarentena, siempre puede haber algún imprevisto.

Ya de vuelta en casa la situación sí es casi la misma,aunque a él no le importa no salir, ya hace tiempo que no tiene ganas de nada. Se sienta a ver la televisión que es con lo que normalmente ocupa la mayor parte de su tiempo. 

Día dos de confinamiento

Consuelo se ha levantado a la misma hora de siempre y ha desayunado. Después de algunas tareas en casa, de nuevo televisión. Y, de nuevo, especiales sobre el coronavirus.

Al mediodía ha hablado con sus dos hijos y sus nietos. Además de alegrarle el día, cuando se ha dado cuenta ha pasado un buen rato ya. 

Juan vuelve a pasar el día solo: se levanta, desayuna, va a la compra y espera a que llegue el día siguiente de nuevo.

Día 7 de confinamiento

Anuncian una casi segura ampliación de la cuarentena. La situación obliga a crearse una rutina nueva para intentar sobrellevarlo.

Los días en casa se hacen demasiado largos y por la noche es difícil conciliar el sueño a la hora de siempre. En la televisión y en la radio sólo hablan del virus: cuando más se necesitan películas y series deciden pasar todo el día hablando sobre lo mismo.

Consuelo ya casi no la enciende: le hacen pensar que tiene todos los síntomas. La nevera y la despensa ya están casi vacíos, pero está intentando aguantar con lo que le queda porque tiene mucho miedo de salir de casa. Como no tiene internet ni un teléfono moderno no puede hacer la compra online. 

Juan ya tampoco ve la televisión. Pasa todo el tiempo que puede durmiendo, y el resto sentado en una silla al lado de la ventana: ya se arriesga mucho saliendo a hacer la compra todos los días, no quiere salir al balcón por si le llega algo. Hay demasiados contagiados y pocas cosas claras y no se fía.


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