Cuento De Cuarentena VII

Desescalada


Semana 7 de confinamiento


Aunque con medidas de precaución los niños pueden empezar a salir a la calle acompañados por un adulto responsable. Al final de la semana se permiten los paseos con quienes se convive y el deporte al aire libre de forma individual con unas franjas horarias establecidas.

Pronto las vías se llenan de paseantes, ciclistas y corredores; todo el país esperaba con ganas sentir un mínimo de libertad. Se oyen de nuevo las risas de los niños, los mayores esperan ansiosos su hora de salir y muchas parejas caminan con calma aprovechando cada minuto de aire fresco. El escaso tráfico hace que todo sea mucho más agradable y relajado.

Aunque todavía no están permitidas las visitas, Consuelo ve todos los días a su nieta desde el balcón. Le explica muy contenta que está aprendiendo a montar en la bicicleta que le compraron para su cumpleaños pero que debido a la cuarentena no pudo estrenar, y que como ahora hay pocos coches circulando es buen momento para empezar a moverse con cierta confianza y menos riesgo. 

Por las tardes le relata sus visitas a Juan desde la terraza. Aunque ya no se oyen aplausos ni suena música en los barrios él continúa ensayando. Sigue sin ver a su familia, y en todos estos días apenas recibió una llamada que no duró mucho, pero en lugar de pensar en eso prefiere alegrarse porque ahora ve más feliz a Consuelo.

Ella prefiere pasear por la tarde, así que cuando sale a oír a Juan con la tuba ya está preparada para marchar a caminar en cuanto termine. Un día, cuando vuelve a casa, se acerca a la puerta de Juan con una bolsa y llama al timbre. Él baja, recoge la bolsa y vuelve a subir. Dentro hay poco de jamón y queso envueltos en papel de aluminio, un par de fiambreras con ensalada, una patata asada y unos libritos, una mini botella de vino y algo de pan del día. Sobre todo ello hay una nota que dice: “Te espero en la terraza a la hora de cenar”. Cuando llega el momento y se asoma ve que ella ha sacado una mesa plegable y la ha preparado para cenar, invitándole a él a hacer lo mismo: quería darle una sorpresa para agradecerle el detalle que tuvo al acordarse de ella con las rosas.