Ana B.Mendoza
Ana B.Mendoza

Cuento De Cuarentena III

Un nuevo comienzo


Semana 3 de confinamiento 

El presidente comunica que probablemente habrá una nueva prórroga. Afirma que la situación está controlada pero que todavía queda lo peor por llegar. La situación resulta surrealista y aterradora. Sigue sin haber disponibilidad de mascarillas y guantes, y el gel limpiador se agotó incluso antes de comenzar con el confinamiento. Las recomendaciones siguen siendo las mismas: lavarse las manos, mantener la distancia y salir sólo para lo estrictamente necesario. Parece que va para largo.

Consuelo no ha cambiado su rutina, si no llueve pasa las tardes en la terraza. Después de podar, trasplantar y sacar algunos esquejes ya sólo queda esperar a que crezcan y florezcan, así que ha desempolvado algunos libros y aprovecha para leer bajo el cielo azul de su particular libertad.

En éstos últimos días se oye a alguien tocar todas las tardes. Le acompañan los cantos de las aves que han vuelto a anidar en los tejados y árboles cerca de las casas. Es agradable, y cuando el tiempo no permite salir y tiene que quedarse dentro de casa abre la ventana para poder oírlo bien mientras se imagina a sí misma paseando de nuevo por las calles. 

A Juan volver a tocar le ha devuelto la vida. A pesar de que hacía muchos años que lo dejó no había perdido casi nada de práctica y podía pasar horas con su tuba sin darse cuenta. Gracias a esto se acordó de sus compañeros de la banda y las fiestas a las que acudía con la Charanga que creó con sus amigos. No ganaban mucho dinero con sus actuaciones, pero se divertían y traían locas a las jovencitas. Una de ellas acabó convirtiéndose en su mujer y la madre de sus hijos. Sabe que esos tiempos no van a volver, pero también sabe que nadie puede quitarle lo que disfrutó.

Y de pronto empieza a pensar, no sabe en que momento cambió todo tanto como para sentirse tan vacío y sólo. Entonces decide que es hora de volver a ser feliz y cuidar de sí mismo, se da cuenta de que al mundo no se viene sólo a sufrir.

Así que se pone en marcha y comienza ordenando y recogiendo un poco la casa, al fin y al cabo todavía va a pasar mucho tiempo ahí dentro y qué mejor que, al menos, sentirse cómodo. A pesar de la edad aún está fuerte, siempre había hecho deporte y ya después de la jubilación los trabajos en el huerto le habían ayudado a mantener un poco la forma, ésto le permite mover algunos muebles para darle otro aspecto al salón. 

Por las tardes a las ocho se asoma al balcón a aplaudir con sus vecinos, les saluda e incluso habla con ellos, después de tanto tiempo es emocionante volver a experimentar la sensación de formar parte de algo. Quién le iba a decir que en una situación como ésta iba a aprender a sentirse mejor consigo mismo y llevarse bien con quienes se encuentran a su alrededor.


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